Reminiscencias del pasado nos traen hasta la actualidad historias que cuentan como se vivía el nacimiento de un bebé. Se le atendía con los medios que se tenían al alcance, no existían lujos, ni medios, ni piezas tan variadas como las que tenemos actualmente, no habían cunas, capazos, cochecitos, ni elementos decorativas con los que contamos hoy.
Los textiles que llegaban a nuestra isla eran pocos y todas las personas no los podían adquirir es por ello que la astucia, la habilidad de la mujer en este caso adquiría un papel decisivo, ya que era raro aquella que no realizaba trabajos hechos a mano. En la casa se bordaba, se tejía, se elaboraban diferentes oficios realizados con mimo y esmero. Las madres, abuelas, tías… buscaban con delicadeza aquellas piezas necesarias para el recién nacido, telas para hacer juegos de cuna, pañales con punto abierto y “arrullitos” bordados, batitas, baberos, encajes y tejidos todo realizado a mano para el pequeño. Un ajuar que se comenzaba a elaborar desde el momento en que se conocía la “buena noticia” hasta el nacimiento.
Tradicionalmente, existían personas que no sabían o no podían realizar trabajos y se recurría a aquellas que por su destreza y conocimiento realizaban estas labores artesanales, muestra de ello la tenemos en la cestería de colmo. Era costumbre regalar una canastilla por su delicado trabajo y no muchos sabían hacerla, para ello se buscaba a quienes las realizaban y se les encargaban. Nos cuenta la historia que para realizar este presente tan delicado se elaboraban estas canastillas y dependiendo de lo que cada persona se pudiera gastar… las canastillas más costosas eran forradas de seda y las menos costosas forradas en papel.
Actualmente, las cosas han ido cambiando y la artesanía debe adaptarse a las necesidades actuales, no hay tiempo… para hacer estas labores, ni lavar a mano aquellas piezas delicadas… Así que los artesanos se adaptan ofreciendo a las nuevas generaciones un producto más práctico que se adapta a sus demandas, surge así ARRULLO, la colección baby en la que una vez más el artesano sobrevive y continúa realizando esas piezas con el mismo esmero, calidad, delicadeza y cariño.
A pesar de los cambios que esta experimentando nuestra sociedad LA ARTESANÍA DE LA PALMA ¡¡SIGUE VIVA!!, no se entendería un ajuar de recién nacido sin juegos de cuna con elementos realizados por la abuela, madre o familiares más cercanos.
Apoyemos de este modo al artesano y a su producto, consumiendo historia viva.
¡¡Gracias!!